Este domingo 8 de julio a las 9 horas nos encontramos en la puerta del Club para recorrer el Arroyo Cuyin Manzano. La mañana se presentó gris, húmeda y fresca. A pesar de ello, nuestras ganas de salir a la naturaleza no disminuyeron. Al contrario, la alegría de encontrarnos otra vez para disfrutar una nueva jornada en la naturaleza, contribuyó a sentirnos entusiasmados por partir.
Nos dirigimos a la zona de Confluencia y de allí doblamos hacia Villa Traful. Ni bien cruzamos el puente sobre el Cuyin Manzano, viramos por el camino de la izquierda que conduce a la villa de igual nombre.
Al finalizar el camino de autos, nos detuvimos allí y comenzamos a caminar bordeando el arroyo que discurría ruidosamente cargado de aguas cristalinas.
A nuestra derecha se extendía la ladera del cerro cubierto de un hermoso bosque de cipreses sin rastros de especies exóticas, brindándole un encanto particular al paisaje. En cambio, la ladera opuesta al otro lado del arroyo, no se presentaba tan tupido.
Rebaños de ovejas, allá a lo alto, pastaban quietamente imprimiéndole un toque pastoril a tan hermosa vista panorámica.
Caminando por la orilla del arroyo, llegamos hasta un promontorio rocoso que caía abruptamente sobre el cauce de agua. No podíamos pasar así que comenzamos a remontar la ladera siguiendo la huella de animales.
Al regresar, cerramos la jornada, que terminó iluminada por un pálido sol invernal, disfrutando una deliciosa merienda a orillas del Río Limay.
Como siempre, y respetando el espíritu ecologista de nuestro grupo, dejamos el lugar un poquito más limpio de lo que lo encontramos.
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