Dificil, siempre resultará una aproximación, pero va el intento:
Luego de muchos días de lluvia y viento, el otoño nos regaló una ventanita de dos días espléndidos e increíbles, los pasados 10 y 11 de mayo. Ese regalo se coronó con una espectacular salida del grupo GEDA a ni más ni menos que el REFUGIO OTTO MEILING, que para alguien que no lo conocía, fue sorprendente.
Como siempre partimos muy temprano desde la sede del club al punto de encuentro en Pampa Linda, donde comenzó la caminata. El camino, a pesar de ser ya conocido por la mayoría, no dejaba de sorprender por los colores del otoño, las lengas pintando los bosques con sus ocres que sobresalían al verde eterno de los Coihues, dejando a su vez un tapiz de hojas amarillas en el sendero. De repente el majestuoso e increíble Tronador, hizo su aparición en escena, con sus picos cubiertos de nieve brillaba bajo el sol y comenzó su demostración de «rugidos» a modo de saludo , para nuestra admiración. Y desde allí comenzó una subida repleta de sorpresas: había nevado y el camino estaba cubierto de nieve y a medida que avanzabamos la nieve se hacía más profunda. Nuestros guias Isa y Lalo nos mantuvieron en la senda, aun cuando las marcas estaban cubiertas de nieve, dando confianza y contención .
A pesar de la fatiga del ascenso, el escenario que nos esperaba nos hizo olvidar el cansancio, el Refugio nos esperaba con el fuego encendido y un goulash A la Meiling caliente en el comedor iluminado por la luz de la velas y el resplandor de los picos nevados en noche de luna llena. Nos sentimos como en casa, compartiendo rico vino y cena, invitación de la casa, de postre, panqueques con dulce de leche y con dulce de frambuesas deliciosos . A la mañana, con la energía renovada, y luego de un fantástico y nutritivo desayuno, ,entre fotos y charla de nuestros guías Isa y Lalo, Nico Betinelli sugirió salir mas tarde, cerca del mediodía, y allí, nos sentimos, también, cuidados por el refugiero y su equipo. Dispuso que Moriz y Clarita se adelantaran en el sendero y colocaran una soga para sentirnos mas seguros en una parte de la bajada. Así, emprendimos el regreso. que resultó un poco más relajado, mientras disfrutamos de las vistas, las charlas y los chistes. La complicidad, camaradería y el compañerismo nos acompañaron hasta el final de esta hermosa experiencia que recordaremos por siempre.
Gracias!!!- Laura